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Ser aragonés… ¡cuestión de carácter!

Cinco de Marzo, un pastel con mucha historia.

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A  los maños nos hace falta muy poco para celebrar una fiesta y el Cinco De Marzo, no iba a ser menos. Ni que decir tiene que es uno de los festejos más populares de Zaragoza pese a que los motivos de esta celebración no sean excesivamente conocidos. ¿Por qué en Zaragoza?  Porque ocurrió aquí,  a la vera del Ebro, lo del pastel con la forma del número cinco, vino mucho después. 

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La historia se remonta a 1838, el cinco de marzo, en plena guerra carlista, y el motivo no es otro que celebrar la victoria de Zaragoza contra un invasor y las victorias siempre se celebran. Esta vez no eran foráneos,  pero los zaragozanos respondieron con igual contundencia, que no son gente que se deje doblegar con facilidad y si no que se lo pregunten a los vecinos galos.

Como toda historia, tiene protagonistas y esta no iba a ser menos.

Cabañero contra la Ciudad Inmortal.

Parece ser que el tal  Cabañero, aragonés para más señas, no sabía cómo se las gastaban los zaragozanos de por aquel entonces. Cuentan que nada más ocupar la ciudad con no muy buenas intenciones, entro en una chocolatería y pidió una taza de chocolate ¡Como si tal cosa! Por supuesto, no pudo terminarse el chocolate ni los churros, no le dio tiempo ni a una cucharada, antes de salir pitando y con el rabo entre las piernas.

Pero situémonos en el contexto.  El tal Cabañero, –Juan Cabañero y Esponera–  fue un militar aragonés que sirvió en bando de Carlos Isidro de Borbón, durante la Primera Guerra Carlista entre los años 1833 y 1840.  Nacido en la Villa turolense de Urrea de Gaén, era un tipo que  por lo que se sabe de él,  era más bruto que un “arao”,  valiente y con mucho arrojo. Ya en su juventud, se hizo famoso por espantar a una cuadrilla de bandoleros que había amenazado con arrasar la casa de su tío en Albalate del Arzobispo. Como se las gastaría Juanito que salieron escopeteaos de allí, poniendo los pies en polvorosa sin pensárselo dos veces. 

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Carlos María Isidro de Borbón

De Cabañero también se sabe, que además de valiente y bruto, era un tipo bastante “echao pa’lante”, un carácter que le vino como anillo al dedo para hacerse hueco dentro del ejército carlista, llegando a ser muy admirado por la tropa, por su rectitud y disciplina, fama que sin embargo, no compartían ni su colega Cabrera, al que apodaban “El tigre del Maestrazgo”, ni algunos de sus subordinados.

Ahora que ya sabemos un poco más del “prota” de la historia, entramos en detalle.  El cinco de marzo de 1838, Cabañero pretendió tomar  la capital maña y en un principio, logró entrar en la ciudad como “Pedro por su casa”. En aquella época y en aquella guerra, Zaragoza, tomaba parte del bando liberal y del gobierno de la regente María Cristina de Borbón.  La ciudad, fuertemente protegida por las tropas isabelinas,  se había convertido en una magnífica  posición estratégica sin embargo, en febrero de aquel año, gran parte de esta guarnición, se había trasladado al Maestrazgo a cerrar el paso del ejército Carlista que se dirigía hacia esa comarca.

La noticia de la escasa defensa militar de Zaragoza llego a Cabrera y éste, ni corto ni perezoso, envió a Cabañero a asaltar la ciudad con 2.800 infantes y 300 hombres de caballería. Muy seguro debió estar del éxito de la misión porque la verdad es que poco más de 3000 hombres no eran suficientes, aunque más que quedarse y defender la posición, la intención no era otra que entrar y saquearla.

 primera-laureada-5No sabemos si Cabañero pensó que aquello iba a ser “llegar y besar el santo”, más bien, fue todo lo contrario. Los zaragozanos, que de defenderse y resistir ya sabían un rato, armados con cuchillos, perolas, ajadas, escopetas y agua hirviendo, “recibieron” a Cabañero y a sus tropas, muy “amablemente” como era de esperar. A trancas y a barrancas,  la noche del 5 de marzo las tropas de Cabañero, consiguieron ocupar buena parte de la ciudad sin embargo la alegría duró muy poco. Viendo que el recibimiento no muy amistoso que digamos y ante el inminente regreso de las tropas isabelinas, Cabañero opto por abandonar la ciudad a toda pastilla para evitar una escabechina.

De esta hazaña le viene el título de “Siempre Heroica” que ostenta el escudo de Zaragoza. “Cinco de Marzo”, la calle que rememora este hecho histórico y  desde entonces, se celebra cada año como fiesta popular en Zaragoza, conmemorando el heroico comportamiento de los zaragozanos aquel 5 de marzo de 1838.

Cuentan también que los zaragozanos, al ver a Cabañero desfilando por sus calles en retirada, le gritaban: «¡Cabañero, se te va a enfriar el chocolate!».


Texto por Santiago J. Artazos. [05/03/2017]

Fuentes

Wikipedia Turismo de Zaragoza


Hasta aquí, la historia y a partir de aquí, vamos al lío con una receta para endulzar la fiesta De nuestra colaboradora Lola Solórzano.

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